La Paloma y El Niño

Ojo alerta y arco en una mano 
Iba por el bosque un día 
Un niño feliz y lozano 
Buscando, de su arma ufano. 
Un blanco a su puntería.

Pronto escucha el tierno arrullo 
De alba paloma escondida 
Que halaga el amante orgullo 
De su consorte, al murmullo 
Del árbol que los anida.  

Vela al fin, y el arco tiende. 
La flecha parte, luego 
El ave al polvo desciende; 
Y él aplaude, pero no comprende 
La atrocidad de su juego.

Al ir a tomarla, escuchó 
No su arrullo, ni su canto. 
Sino un «¡ay!» que le arrancó; 
Teñida en sangre la vio, 
Y él mismo se soltó en llanto.

Tú, burlón, que te complaces 
En soltar aquí y allí 
Tus satirillas mordaces, 
¿Sabes acaso el mal que haces, 
Y el mal que te causas? di.

Llégaste al mudo, al ausente 
Que por pasatiempo heriste, 
¡Y ay! tratarás sanamente 
De lavar con llanto ardiente 
La ponzoña de tu chiste.

Moraleja de La paloma y el niño

Cuidado hay que tener con el mal que se hace pues en ocasiones es irremediable

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