Fábula: El alma y el niño

En un mundo donde todo parecía tangible y definido, existía una conexión especial entre un niño llamado Leo y su alma. Aunque muchos no podían verla, el alma acompañaba a Leo a todas partes, envolviéndolo con su luz cálida y protectora.

Cada noche, cuando Leo se acostaba, su alma le contaba historias de mundos lejanos, de amores eternos y de hazañas heroicas. A través de estas historias, el niño aprendía sobre la bondad, el valor, la comprensión y la importancia de seguir su corazón.

Un día, mientras jugaba en el parque, Leo conoció a una niña llamada Mia, quien parecía triste y solitaria. Al acercarse a ella, notó que, a diferencia de él, Mia no tenía un alma que la acompañara. Al preguntarle por qué, Mia le contó que había perdido a su alma en un accidente cuando era muy pequeña y desde entonces, se sentía vacía y desconectada del mundo.

Conmovido por su historia, Leo decidió ayudar a Mia a encontrar a su alma perdida. Juntos, emprendieron un viaje mágico a través de bosques encantados, montañas altas y valles profundos. En el camino, enfrentaron desafíos y obstáculos, pero con la guía del alma de Leo, siempre encontraban la solución.

Finalmente, después de muchos días de búsqueda, llegaron a un hermoso lago cristalino. En el centro del lago, brillando con una luz suave, estaba el alma de Mia. Al acercarse, el alma se fusionó con Mia, llenándola de alegría y amor.

Agradecida, Mia abrazó a Leo y juntos regresaron al pueblo, donde compartieron su increíble aventura con todos. Desde ese día, Mia y Leo se convirtieron en los mejores amigos, siempre recordando la importancia de escuchar a sus almas y seguir sus corazones.

Moraleja del Alma y el niño:

La verdadera riqueza no se encuentra en lo material, sino en las conexiones profundas que establecemos con nosotros mismos y con los demás.

Escuchar a nuestro interior y ayudar a otros en su búsqueda personal puede traer alegría y propósito a nuestras vidas.

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