Fábula: El buey y la cigarra

En un soleado día de verano, mientras un buey descansaba bajo la sombra de un frondoso árbol, una cigarra comenzó a cantar con su melodiosa voz. La cigarra, orgullosa de su talento, no paraba de entonar sus canciones, creyendo que con ello alegraba el día de todos los que la escuchaban.

El buey, cansado tras una larga jornada de trabajo en el campo, buscaba un momento de paz y tranquilidad. Sin embargo, el constante canto de la cigarra le impedía descansar plenamente.

Con paciencia, el buey le dijo: «Amiga cigarra, tu canto es hermoso y sin duda alegra el corazón de muchos, pero en este momento, después de un arduo trabajo, lo que más deseo es un poco de silencio para poder descansar.»

La cigarra, un tanto sorprendida, respondió: «¡Oh, disculpa! No era mi intención molestarte. Cantaba con alegría pensando que a todos les gustaría escuchar mi melodía.»

El buey, con amabilidad, le dijo: «Cada momento tiene su encanto y su propósito. Hay tiempos para cantar y tiempos para descansar. Agradezco tu música, pero ahora, te pido un breve silencio para poder recuperar mis fuerzas.»

La cigarra comprendió la petición del buey y decidió volar a otro lugar para seguir con su canto, permitiendo así que el buey disfrutara de su merecido descanso.

Moraleja del buey y la cigarra:

No todos los momentos son adecuados para todas las acciones. Es importante ser conscientes de las necesidades de los demás y actuar con empatía y respeto.

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