Un oso, que quería dedicarse al baile, ensayaba un acto. No había aprendido mucho, y debía apurarse, porque tenía que presentarse aun espectáculo y además quería ganar un premio por ello.
En eso, una mona comenzó a observarlo y lo estuvo haciendo un buen rato. El oso, intrigado le preguntó: «Dime, mona, ¿como voy?»
«Muy mal» le dijo ella sin un atisbo de duda.
El oso se enojó y pensó: ¡Que osada la mona! ¿Porqué ha dicho que lo bailo mal?
«¿Por qué piensas eso?» le dijo el oso a la mona «¿Acaso no es bueno mi baile?»
Mientras preguntaba un cerdo apareció, y este había observado el baile. Ahora gritando entre aplausos decía: «¡Bravo, bravo! ¡Qué asombroso, qué arte! ¡Qué baile tan maravilloso! Ya no hay bailarines tan virtuosos como él.»
El oso, al escucharlo, comenzó a reírse a carcajadas pero con humildad le dijo «Cuando la mona habló, llegué a dudar. Sin embargo, cerdo, si a ti te ha gustado, muy mal debo estar bailando.»
Moraleja
Si al experto no le gusta, muy mal. Si al tonto le parece bien… ¡aún peor!