La Mosca y el Carruaje

En un camino arenoso y cuesta arriba, sobre el que había un sol resplandeciente, seis hermosos caballos halaban una carroza. A su lado, damas, monjes e inválidos iban a pie a paso libre mientras que en la carroza iba la carga.

Todo el grupo, incluyendo los caballos, iban cansados, fastidiados y golpeados por el incandescente sol. En ese momento se hizo presente una mosca, que con extraño aire de grandeza quiso animar los caballos con su zumbido.

Luego de esto ahora se creyó que podía golpearlos como lo hace un jinete con sus picadas: «Ahora los pincharé aquí, ahora los pincharé allá… Tan bien como lo hace un jinete», se jactaba la mosca».

Pensó que estaba haciendo tan buen trabajo que comenzó a picar la nariz del conductor del carruaje así como a todos los que iban en la caravana. Cuando los vio caminando más rápido hacia su destino, se vanaglorió profundamente. «Parezco un sargento en una batalla, los estoy conduciendo a donde se gana la victoria» se decía así misma.

Sin embargo, la mosca cansada de la responsabilidad autoimpuesta comienza a quejarse: «Ninguno me ayuda con la responsabilidad de subir a los caballos a la tediosa colina… Los monjes solo rezan y las mujeres cantan canciones horribles». En ningún momento alguno de la caravana le presto demasiada atención a la mosca.

Finalmente, el carruaje y sus acompañantes coronaron la cima, y la mosca satisfecha de su supuesto trabajo decía: «Respiraré ahora, he hecho tanto para que nuestra gente finalmente esté en la llanura. Señores caballos no necesito decirles que me deben una gran compensación» . Finalmente en un descuido de la mosca, una niña accidentalmente la golpeó dejándola atontada y no pudiendo seguir fastidiando en el camino, que felizmente continuó la caravana.

Moraleja de La Fontaine:

Algunas personas ansiosas de introducirse en los problemas ajenos hacen lo necesario en todas partes, y siempre en todas partes de forma infortunada. Por tanto deben ser expulsados. 

Jean De La Fontaine

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