La Golondrina y los Pajaritos

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Un granjero, sembrando sus campos con lino, era visto por una golondrina, que, como el resto de su tribu, había viajado mucho, y era muy inteligente. Entre otras cosas, sabía que de este mismo lino, cuando creciera, se harían redes y trampas para atrapar a sus amiguitos, los Pájaros de todas las regiones.

Por lo tanto, les rogó encarecidamente que le ayudaran a recoger y comer la odiosa semilla, antes de que ésta tuviera tiempo de brotar de la tierra. Sin embargo, la comida proveniente de una semilla que tenía un sabor mucho más agradable era entonces tan abundante, y el clima era tan agradable para volar y cantar, sin pensar en nada, que no prestaban atención a sus súplicas.

Cuando las espadas del lino comenzaron a caer sobre el suelo, la ansiedad de la Golondrina volvió a surgir: «Aún no es demasiado tarde» decía la golondrina a todos los pajaritos. «Sácalo todo, espada por espada, y entonces podrás escapar del destino que te espera… No puedes, como yo, volar conociendo el mundo cuando el peligro te amenaza aquí mismo».

Los pajaritos, sin embargo, no le prestaban atención a la golondrina. «Es muy problemática, está delirando» se decían entre ellos, temiendo que su amiga la golondrina hubiera perdido la razón por sus temores tontos.

Pero como había predicho la golondrina, el lino creció, maduró, y el granjero recogió, hiló y formó grandes redes que usaron para atrapar a los pajaritos que intentaban comerse los frutos de sus siembras.

Muchos de los pajaritos recordaron, al morir, en la Golondrina que consideraban tan loca. La Golondrina, decepcionada por el comportamiento de los pajaritos, ha preferido desde entonces vivir en las ciudades con los hombres que viajar con sus antiguos compañeros.

Moraleja de La Fontaine

Escuchamos los instintos sólo cuando son nuestros, y creemos en el mal sólo cuando ha llegado.

Jean de la Fontaine
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