La fábula de Elf, la perrita fiel
En un pequeño pueblo rodeado de prados y flores, vivía un niño llamado Leo con su perrita Elf. Elf no era una perrita común; tenía un pelaje brillante y unos ojos que reflejaban amor y lealtad.
Desde que Leo podía recordar, Elf había estado a su lado. Juntos, corrían por los campos, jugaban bajo el sol y soñaban bajo las estrellas. Aunque Elf era querida por toda la familia, tenía un vínculo especial con Leo. Cada noche, antes de dormir, Leo susurraba al oído de Elf: «Yo siempre te querré».
Con el paso del tiempo, Elf comenzó a envejecer. Ya no corría tan rápido ni jugaba con la misma energía. Sin embargo, su amor y lealtad hacia Leo nunca disminuyeron. A pesar de sus travesuras y las ocasiones en que se metía en problemas, la familia siempre la amaba, aunque no siempre se lo decían.
Un día, Elf ya no pudo levantarse. Leo, con el corazón roto, la acarició y le susurró una vez más: «Yo siempre te querré». Elf cerró sus ojos por última vez, sabiendo que había sido amada hasta el final.
La familia enterró a Elf en su jardín, y aunque todos estaban tristes, Leo recordó las palabras que siempre le decía y se sintió agradecido por haberle demostrado su amor cada día.