Las dos cabras testarudas
Había una vez dos cabras ansiosas de libertad que decidieron abandonar sus respectivos rebaños para embarcarse en una emocionante aventura. Por una rara coincidencia, estas dos cabras se encontraron, aunque estaban separadas por un ancho río. Un estrecho y viejo tronco hacía las veces de puente en ese lugar.
La negativa de las cabras
Una de las cabras, sin pensarlo dos veces, gritó: «¡Espero que pase yo primero!». La otra cabra respondió de inmediato: «¡No pasaré yo!». Estaba claro que ninguna de ellas estaba dispuesta a ceder en su determinación de cruzar el río.
Ambas cabras se aventuraron valientemente a caminar por el estrecho tronco al mismo tiempo. Pero a medida que avanzaban, se dieron cuenta de que era imposible pasar las dos juntas. A pesar de esta realidad, ninguna de las dos quiso retroceder.
La lucha en el tronco
Las cabras recurrieron a la fuerza y chocaron sus cuernos, empujando con todas sus ganas para tratar de hacerse espacio. Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano. El desenlace inevitable llegó y ambas cabras cayeron al agua.
Moraleja
A veces, es preferible dialogar y ser razonable en lugar de ser testarudo y obstinado. La testarudez no suele ser una buena consejera en las decisiones que tomamos. Es importante aprender a ser flexibles y considerar otras perspectivas.
Pensamiento final
Recordemos que cada vez que nos encontramos con obstáculos en nuestro camino, es fundamental mantener la calma y buscar soluciones con inteligencia. La perseverancia y la flexibilidad nos llevarán más lejos en nuestras metas y nos ayudarán a evitar conflictos innecesarios.