Había una vez un campesino chino pobre pero sabio que trabajaba la tierra duramente junto a su hijo. A pesar de sus dificultades, siempre se mantenía optimista y tranquilo.
Un cambio inesperado
Un día, el hijo del campesino le dijo con angustia: «Padre, ¡qué desgracia! Nuestro caballo se ha ido». El padre, sereno como siempre, respondió: «Veremos lo que trae el tiempo». Ambos continuaron con su trabajo, confiando en que algo bueno vendría.
A los pocos días, para sorpresa de ambos, el caballo regresó acompañado de otro. El joven exclamó emocionado: «¡Padre, qué suerte! Nuestro caballo ha traído otro caballo». El padre, sabio y tranquilo, respondió: «Veamos qué nos trae el tiempo».
Un giro inesperado
El joven no pudo resistir la tentación de montar en el nuevo potro. Sin embargo, como el caballo no estaba acostumbrado al jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo. El muchacho se fracturó una pierna y lamentó: «Padre, ¡qué desgracia! Me he quebrado la pierna». El padre, recordando su experiencia y sabiduría, sentenció: «Por qué le llamas desgracia, veamos lo que trae el tiempo».
A pesar de las palabras de su padre, el joven seguía desanimado en su cama, sin entender la situación. Sin embargo, apenas unos días después, unos funcionarios del ejército llegaron a la aldea en busca de jóvenes para la guerra. Al ver al joven con la pierna entablillada, decidieron dejarlo y siguieron su camino. El joven finalmente comprendió que nunca se debe creer que la desgracia o la fortuna son absolutas, sino que siempre se debe dar tiempo al tiempo para ver cómo las situaciones se desarrollan realmente.
Moraleja
Pensamiento final: Así como el campesino sabio, recordemos que las apariencias pueden ser engañosas y que las situaciones pueden cambiar con el tiempo. Si mantenemos la calma y la confianza, podemos encontrar el significado oculto detrás de los giros inesperados de la vida.