Fábula de La Lechera

En un pequeño pueblo, vivía una joven llamada Lina. Cada mañana, antes de que el sol asomara en el horizonte, Lina ordeñaba su vaca y llenaba un gran cántaro con leche fresca. Una vez hecho esto, caminaba hacia el mercado del pueblo para vender la leche y ganar algo de dinero.

Una mañana, mientras Lina caminaba hacia el mercado con su cántaro lleno de leche sobre su cabeza, comenzó a soñar despierta. «Con el dinero que obtenga hoy», pensó, «compraré una docena de huevos. Los huevos se convertirán en pollitos, y cuando crezcan, tendré una docena de gallinas poniendo más huevos todos los días».

Continuó soñando: «Venderé los huevos y las gallinas y con ese dinero compraré un cerdo. Cuando el cerdo esté gordo, lo venderé en el mercado a un buen precio. Luego, con ese dinero, podré comprar una oveja. La oveja me dará lana, y venderé la lana para comprar más animales».

Mientras Lina soñaba con su próspero futuro, imaginó que, con el tiempo, se convertiría en la mujer más rica del pueblo. «Todos vendrán a mí en busca de empleo», pensó. «Seré respetada y admirada por todos. Y quizás, el hijo del alcalde me pida matrimonio».

Tan absorta estaba en sus pensamientos que, sin darse cuenta, tropezó con una piedra en el camino. El cántaro de leche cayó al suelo, derramando toda la leche. Lina vio cómo sus sueños y esperanzas se esfumaban junto con la leche derramada.

Con tristeza, Lina recogió el cántaro vacío y regresó a casa, recordando que no debía adelantarse a los acontecimientos y que era importante vivir en el presente.

Moraleja fabula la lechera:

No cuentes tus pollos antes de que nazcan.

Es bueno tener sueños y aspiraciones, pero también es esencial ser realista y no perderse en fantasías. La vida tiene sus altibajos, y es importante disfrutar del momento presente y trabajar paso a paso hacia nuestros objetivos.

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