Un día un granjero llegó a los corrales para ocuparse de sus animales de carga: entre ellos estaba su asno preferido, que siempre estaba bien alimentado y a menudo llevaba a su dueño.
Con el granjero vino su perro, que andaba a su lado y estaba siempre alegre moviendo la cola y brincando al lado de su amo.
Luego el granjero sacó la mano del bolsillo, le dio al perro algo de comida, y se sentó mientras daba sus órdenes a sus empleados.
El perrito saltó de su lado, a encima de este, y permaneció allí mientras el granjero le acariciaba.
El asno, viendo esto, se soltó de su grillete y empezó a brincar a imagen del perro.
El granjero no podía aguantar las risas, así que el burro se acercó a él, y poniendo sus patas sobre el hombro del granjero intentó subirse encima también tirándolo al suelo y haciéndole daño a él.
Los empleados del granjero se apresuraron con palos y grilletes y pronto sacaron de encima al asno.
Moraleja
Las bromas pesadas no son una tontería.
Esopo