Dos Viajeros, caminando bajo el sol del mediodía, buscaron la sombra de un árbol que se extendía ampliamente para descansar. Mientras yacían mirando entre las hojas agradables, vieron que se trataba de un Arbol sin frutos.
«¡Qué inútil es el árbol!», dijo uno de ellos. «No da ningún fruto, y sólo sirve para ensuciar el suelo con hojas.»
«¡Criaturas malagradecidas!», dijo la voz del arbol. «Se acuestan aquí en mi sombra refrescante, y sin embargo dicen que soy inútil! Así, Dios, los hombres de este mundo reciben tus bendiciones.»
Moraleja
Nuestras mejores bendiciones son a veces las menos apreciadas.
Esopo